La opinión pública esperó inquieta, a ver si valía la pena, lo tardío de resultados de investigaciones que revelan con amplitud de detalles sobre orígenes y participaciones en un alijo sin precedentes de 9,889 kilos de cocaína camino a Bélgica detectado en el puerto Multimodal Caucedo. Un comercio ilegal avasallante de bifurcación internacional y amplitud de recursos y sagacidades queda a la vista como podía esperarse con la constancia al mismo tiempo de una capacidad local de seguir sus huellas tras la acción de confiscación que cortó camino a una inmensidad de sustancias ilícitas y poder formular cargos graves a un importante número de supuestos autores del contrabando incluyendo al que será incriminado como cabecilla. La presunción inicial de que República Dominicana habría pasado de simple escala para envíos de drogas a destinos en el exterior (con frecuencia interceptados, ciertamente) a ser asiento parcial de producción no se confirma estrictamente hablando pero con indicios no menos graves de que la coca ha accedido en grandes cantidades hasta por tres puertos dominicanos diferentes y transitado por el territorio nacional con eficacia logística y apoyo de complicidades importantes y previa estadía para luego llegar a la gran conjunción de furgones situada cerca de Santo Domingo para gruesas exportaciones esta vez tronchada.
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Se muestra, de todos modos que fue de total éxito y de reafirmación de que el país está en capacidad de responder con cierta contundencia a los desafíos del narco-crimen organizado y que una confiable alianza internacional –que es lo que corresponde cuando la asociabilidad delictiva atraviesa fronteras persistentemente- no se está quedando atrás. Órganos persecutores de Estados Unidos, Colombia y República Dominicana jugaron roles coordinados para establecer el punto de partida y escalas y formular un expediente con suficientes elementos para fundamentar acusaciones y contraponerse preventivamente a futuros trasbordos permite, por ahora, cantar victoria sin confiarse demasiado. El monstruo criminal de nivel global y unos insaciables mercados de consumo y altísima rentabilidad, tienen garantizada su supervivencia. Más alijos han sido detectados después del golpe de Caucedo. Y camarón que se duerme…